Cuando se diagnostica la diabetes en un menor de edad, la carga tanto mental como de la enfermedad en sí, recae sobre los padres. Éstos son los encargados de llevar a cabo los controles, comprar la insulina, las tiras, vigilar el seguimiento, etc. Sin embargo, aunque ésto sea así, lo conveniente es ir haciendo al afectado por la diabetes consciente de que tiene una enfermedad y que debe cuidarse mediante el autocontrol.
Para conseguirlo, es neceasario que el menor vea una rutina, control y normalidad en su vida. Los padres deben mostrar y hacerles entender a sus hijos que ciertos controles son una necesidad más en su vida, con el fin de que en la adolescencia no se produzcan rechazos a asistir o pincharse en público o no decir que padecen diabetes por verguenza. Por ello, se precisa:
– Visitar al médico regularmente.
– Asistir con él menor o que asista sólo a las reuniones de «Educación diabétologica» que se imparten en el hospital.
– Ir ayudandole al autocontrol y explicarle los diferentes términos y consecuencias que puede tener un mal control.
– Explicarle qué hacer ante una hiperglucemia o hipoglucemia.
– Realizar ejercicio junto a ellos hasta que lo tomen como una rutina.
Todo esto permitirá una mayor calidad de vida y un control bueno de la enfermedad, así como una buena integración. Aproximadamente, ya a los ocho años de edad debe saber medirse el azucar, pincharse, conocer la diferencia entre las insulinas que se inyecta, como cambiar una aguja, conocer que es la hemoglobina glicosilada y los alimentos que puede o no comer.
Así, con todo ésto y conociendo y controlando, el afectado, la enfermedad qué padece, en la escuela estará respaldado por la ley, de tal forma que no podrá ser discrimiado ni se le podrá impedir realizar alguna actividad. Ésto se recoge en la «Carta de Derechos para Niños con Diabetes» y en el caso de que la escuela ponga algún impedimento se puede demandar ante el Estado si incumple con la Carta.
De todos modos y para que el menor de edad se sienta a gusto, lo más importante es que los padres no lo agobien, lo traten con normalidad e intenten que él también lo vea así. La diabetes no es el fin de la normalidad ni la tranquilidad, es sólo diabetes.