Los pies es una de las cosas que más debemos valorar, nos ayudan a caminar, a correr, a estar de pie, a conducir, etc. Sin embargo, muchas veces no nos damos cuenta de lo importante que son hasta que no tenemos una lesión en ellos, ya sea una ampolla, una herida, una fisura o una rotura o cualquier otra cosa. En una persona sin diabetes, ésto tampoco es para tanto, sin embargo en la diabetes I o II es muy importante. Por ello, así es como debemos cuidar nuestros pies para que estén siempre sanos.
Las personas diabéticas, como ya se sabe, son más propensas a coger resfriados, a tener virus, a sufrir candidiasis, a tener colesterol o a un posible deterioro cardiovascular por un mal control, entre otras posibilidades, que si unimos a un problema en nuestros pies, puede ser aún más difícil, ya que la cicatrización en los diabéticos es peor. Una infección del tipo que sea nos altera el azucar produciéndonos hiperglucemias, por ello ésto es MUY importante.
Hay que vigilar nuestros pies a diario, al igual que nos controlamos el azucar. Debemos tener en cuenta la presencia de cortes, durezas, ampollas, zonas hinchadas o enrojecidas. Si no podemos mirárnoslos nosotros mismos, deberemos pedir ayuda a alguien que lo haga diariamente.
En segundo lugar, hay que lavar los pies todos los días y procurar que queden bien secos, sobre todo por debajo de los dedos. Por ello, si vamos al gimnasio y vemos que los pies sudan mucho, es aconsejable usar calcetines y zapatillas de deporte que transmiren lo máximo posible.
En tercer lugar, es importante hidratar los pies a diario, con lo que se mantendrán suaves y nutridos. Además, es aconsejable ir al podólogo cada 2 meses aproximadamente si se padece de durezas o callos, ya que no debe usar cuchillas, ni ningún material que pueda causarle enrojecimiento o una herida. Es mejor acudir al especialista, aunque sí se puede usar la piedra pomez con suavidad durante el baño. Da igual la crema hidratante, puede ser tanto corporal como específica para los pies.
En cuarto lugar, corte las uñas con cuidado, en línea recta y cada vez que sea necesario para evitar que ésta se encarne.
En quinto lugar, los pies no se deben acercar ni exponer a demasiado calor. Especialmente en la diabetes tipo II donde la edad avanzada puede provocar falta de sensibilidad y sin darse cuenta quemarse.
Por último, en el caso de que el calzado nos haga daño es mejor cambiarlo inmediatamente. Otro consejo es cuando el pie suda mucho, ya sea por calor o porque suda por naturaleza, lo mejor es comprarse zapatos con la suela de piel de ante o de tela, ya que no sudará igual que con el plástico, la goma o la piel, y por tanto no saldrán tantas rozaduras.
En caso de que salgan, lo adecuado es usar betadine y tiritas, sin son hipoalergénicas mejor, si no también valen. Estas recomendaciones nos ayudarán a no tener problemas en el futuro, que aunque son posibles a una edad muy avanzada, como es el caso de la amputación, ‘mejor prevenir que curar’, para que eso nunca suceda.